...cada vez más la ciudadanía de a pie estamos siendo testigos de que esa mitad de la Humanidad, la(s) Mujer(es), son sujetos que padecen una serie de “injusticias sociales” –viven en los márgenes - por parte de una cultura, occidental o no, que defiende la “superioridad del hombre” en relación a ella(s).
Dichas injusticias, tales como una inferioridad en los puestos de trabajo; en los salarios; en los niveles educativos; hasta, incluso, en llegar a padecer violencia –física, psicológica y/o sexual-..., simplemente por el mero hecho de “ser mujer”, son “sociales” precisamente porque, tal y como han puesto de manifiesto las propias mujeres de todo el mundo, tienen mucho más de construcciones sociales y/o culturales , que no de diferencias estrictamente biológicas –tal y como a lo largo de la historia se nos había hecho creer-.
... Así, todos aquellos grupos que han sido/siguen siendo parte constitutiva de “esos márgenes”, han sido esos Otros y Otras que, tal y como explica Celia Amorós -centrán dose en el grupo de mujeres-, se perciben a sí mismos/as y perciben sus realidades en función de cómo “los Mismos” los definen (motivo más que suficiente como para que se hallen en absoluta desigualdad, y por tanto en especial vulnerabilidad, respecto a los Mismos).
Sin embargo, dentro de los márgenes todavía existen “más márgenes” que dejan a esas y esos sujetos en el silencio y la invisibilidad más absolutas. Si “dentro de los márgenes” se encuentran las mujeres y “los discapacitados ” como grupos separados, pero que comparten la marginación de “los márgenes”; ni qué decir, cuando ambos colectivos convergen en unas sujetos específicas: las mujeres con discapacidades.