El cuestionar el paradigma jerárquico sexo-género nos aporta claves interesantes a la hora de trabajar la educación para el desarrollo:
· La educación como camino que conduce al desarrollo de la identidad de las personas y de los pueblos, al margen de estereotipos que perpetúan las relaciones de dominio y sumisión
· Necesidad de creación y difusión de nuevos materiales escolares, tanto libros como nuevas tecnologías que contemplen las aportaciones de las mujeres y otras culturas a la vida social y a la cultura para erradicar el androcentrismo y etnocentrismo en la ciencia y sus efectos sobre la educación, la consiguiente jerarquización e incluso invisibilización de algunos saberes.
· Recuperación y desarrollo positivo, integral y no jerárquico de valores que históricamente han sido considerados masculinos o femeninos ( poder, decisión, independencia, racionalidad, sensibilidad, empatía, responsabilidad, justicia, cuidado, respeto...) y erigirlos como valores humanos.
· Construcción de una convivencia basada en la igualdad y en la equidad, en la que el desarrollo de la autonomía y responsabilidad se hacen indispensables para el desarrollo de la autoridad personal y un adecuado ejercicio del poder personal
· Desarrollo de una Etica basada tanto en la Justicia como en el Cuidado, tanto en el ámbito público como el privado, entendiendo la ética como compromiso derivado precisamente de la certeza de que el bienestar, e incluso la supervivencia, requieren algo más que autonomía, primacía del individuo, reconocimiento de derechos, justicia, etc., como es la condición de los seres humanos como incluidos en una red de relaciones interdependientes y la necesaria responsabilidad que se deriva de ello. Siempre aplicado tanto a las personas próximas, como a las no tan cercanas. Es evidente que formamos parte de un sistema junto con el resto de la humanidad y del planeta. Entre el modelo de la justicia como reciprocidad, del contrato, y el del cuidado como don voluntario, como caridad, está la responsabilidad y la solidaridad.
· La educación como camino que conduce al desarrollo de la identidad de las personas y de los pueblos, al margen de estereotipos que perpetúan las relaciones de dominio y sumisión
· Necesidad de creación y difusión de nuevos materiales escolares, tanto libros como nuevas tecnologías que contemplen las aportaciones de las mujeres y otras culturas a la vida social y a la cultura para erradicar el androcentrismo y etnocentrismo en la ciencia y sus efectos sobre la educación, la consiguiente jerarquización e incluso invisibilización de algunos saberes.
· Recuperación y desarrollo positivo, integral y no jerárquico de valores que históricamente han sido considerados masculinos o femeninos ( poder, decisión, independencia, racionalidad, sensibilidad, empatía, responsabilidad, justicia, cuidado, respeto...) y erigirlos como valores humanos.
· Construcción de una convivencia basada en la igualdad y en la equidad, en la que el desarrollo de la autonomía y responsabilidad se hacen indispensables para el desarrollo de la autoridad personal y un adecuado ejercicio del poder personal
· Desarrollo de una Etica basada tanto en la Justicia como en el Cuidado, tanto en el ámbito público como el privado, entendiendo la ética como compromiso derivado precisamente de la certeza de que el bienestar, e incluso la supervivencia, requieren algo más que autonomía, primacía del individuo, reconocimiento de derechos, justicia, etc., como es la condición de los seres humanos como incluidos en una red de relaciones interdependientes y la necesaria responsabilidad que se deriva de ello. Siempre aplicado tanto a las personas próximas, como a las no tan cercanas. Es evidente que formamos parte de un sistema junto con el resto de la humanidad y del planeta. Entre el modelo de la justicia como reciprocidad, del contrato, y el del cuidado como don voluntario, como caridad, está la responsabilidad y la solidaridad.