Según el estudio, un tercio de los chicos (32,1%) corre el riesgo de convertirse en maltratador y casi un 5% de las chicas ha sufrido ya algún episodio de violencia de género. Lo que resulta consecuente con su forma de pensar: el 35% de los chicos y el 26% de chicas consideran que controlar todo lo que hace la novia no es maltrato; el 33,5% de ellos y el 29,3% de ellas creen que los celos son una expresión del amor; casi un 10% de los muchachos y casi un 7% de las muchachas piensan que en una pareja el hombre tiene que ser un poco superior a la mujer; un 6,8% de ellos dicen que cuando un hombre maltrata a su pareja es porque esta se lo ha buscado, y un 5,3% de los varones cree que la mujer debe evitar llevar la contraria al hombre, frente al 2,9% de ellas.
Las ideas de esos y esas adolescentes son fruto de modelos que ven repetidos una y otra vez. Por ejemplo: sábado por la tarde, en el televisor, dibujos animados para críos de seis años; el argumento: un sultán de un harén con unas 50 mujeres cubiertas con velo integral está enfadado porque estas no obedecen con prontitud y lo comenta con la favorita, la cual urde una plan para conseguir la obediencia de las compañeras, ganándose así más favores del patriarca. Otro ejemplo: noche de lunes, la familia cena; la madre se levanta a recoger los platos y a servir el segundo, el padre se queda repanchingado. Tercer ejemplo: el patio del colegio; los niños juegan al fútbol ocupando todo el espacio central, las niñas hablan entre ellas en la periferia del campo.
Pequeños ejemplos, a los que podríamos sumar muchísimos más, que contribuyen a dejar claro quién manda y quién obedece. Y por supuesto, si quien debe someterse no lo hace, puede recibir el castigo "pertinente"...