FUENTE: NOTICIAS DE NAVARRA
Gracia Trujillo Barbadillo - Profesora de sociología y autora de `Treinta años de movilización lesbiana"
¿Cuáles son los hitos del movimiento lesbiano en el Estado?
Este es el primer libro que recoge la andadura de 30 años de movilizaciones de los colectivos de lesbianas en el Estado español. He realizado 16 entrevistas en profundidad a activistas lesbianas claves en los discursos y la organización del movimiento, y a algunas militantes feministas y gays para dar una perspectiva más amplia de la andadura del movimiento, que no se puede entender desligada de la del feminismo o del movimiento LGTB- queer. Las primeras organizaciones se crean en 1977, dentro de los Frentes de Liberación Homosexual para luchar por la derogación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social; esta ley convertía a lesbianas, gays y transexuales en peligrosas sociales junto con trabajadoras sexuales, gente sin techo, etc. Las lesbianas se unen a esos Frentes en lo que yo denomino la primera ola de movilización lesbiana, y se logra derogar la ley en 1979. La segunda ola comienza entonces, con la unión de las activistas lesbianas a la lucha feminista: es el denominado feminismo lesbiano o lesbianismo feminista. Sus discursos defienden que antes que nada somos mujeres y que nuestras demandas prioritarias son las de todas las mujeres. Las lesbianas luchan entonces codo con codo con las compañeras heterosexuales por la legalización de los anticonceptivos (1979); el divorcio (1981); el aborto (1983) y en las movilizaciones antiviolencia sexista, entre otras cuestiones...
¿En los 90 se empiezan a definir diferentes corrientes?
En los años 90 se produce una diversificación de discursos: están las lesbianas que siguen militando dentro del movimiento feminista como lesbianas feministas, las chicas que empiezan a participar en movimientos mixtos con gays y transexuales, y toda la corriente más radical que es la corriente queer. A grandes trazos, hay una sección del movimiento, la que podemos llamar moderada, que persigue la consecución de avances legales y pacta con las instituciones, mientras que la radical lucha por el cambio social en la calle, en las representaciones, en los discursos; el queer es un activismo que nace espoleado por la rabia de la crisis del sida y al que no le interesa hablar con el concejal o la concejala de turno. A finales de los 90, la sección moderada (los colectivos agrupados bajo el paraguas de la FELGTB, sobre todo) cambian la demanda de la ley de parejas de hecho al matrimonio. Ahora estamos en ese momento postmatrimonio, con unos avances legales conseguidos pero con muchas cuestiones pendientes. Son 30 años de lucha como poco, y lo que muestro en el libro es que no nos han regalado nada: queda mucho por reivindicar...
¿Continúan los prejuicios, insultos...?
Siguen existiendo los prejuicios, los estereotipos, los insultos, las agresiones en la calle, verbales y físicas, los mensajes que nos mandan los medios de comunicación, que no son precisamente muy positivos, hasta la propia invisibilidad social que es una violencia simbólica.
Los medios no ayudan mucho a normalizar esa imagen social...
Nos han utilizado, en muchas ocasiones, como carnaza mediática, como decía Ricardo Llamas en Miss Media. Muchas veces la inclusión de un gay o una lesbiana en un programa es para ganar audiencia y para fomentar más los estereotipos que otra cosa. Desde los activismos queer tenemos una relación conflictiva con los medios: no se trata de más visibilidad sin más, sino de pensar en qué tipo de visibilidad queremos...
¿Cuáles son las reivindicaciones?
Una demanda urgente ahora es la despatologización de las identidades transexuales para que la transexualidad desaparezca de una vez por todas de la lista de enfermedades mentales. Otra fundamental es la inclusión de la educación sexual en las aulas; hay que seguir trabajando en prevenir las actitudes sexistas, homófobas, transfobas, y en la prevención del sida.